22 de junio de 2012

Monologo de un payaso

Era el último show que teníamos del mes, todo el mundo ya estaba cansado, en las noches las pequeñas fogatas para aliviar el frió penetrante de aquella cuidad sanaba solo un minutos antes de volver a encerrarse en los pequeños cuartos dentro de esos automóviles antiguos. El hambre era infernal, y los dolores estomacales por comer lo que sea eran dolores peores que el infierno, pero nadie reclamaba, no... reclamar ¿para que? si en el día se recomponía todo dolor muscular, todo dolor espiritual etc...
Mi ropa ya estaba rota, los pequeños me la jalaban cuando querían algún globo echo por mi, mis dedos ya tenían heridas de tanto tirar y hacer nudos en los globos, pero no me importaba, me tiraban de los elásticos del traje solo para que me acercara y les diera un beso, o para alguna fotografía con ellos, mi sonrisa jamás se desvanecía, muchas veces pensé en que eran calambres los que no me dejaban bajar la sonrisa, la pintura era tan fuerte que al sacármela las marcas en mi piel ya eran notorias,  no se si eran arrugas o heridas por las veces en que me tuve que refregar para sacármela, pero aun así, yo era feliz.
¡¡¡Que gusto era ver como sonreían esos pequeños!!!, sus padres me agradecían, ya que, al verlos reír a carcajadas muchos de ellos se recuperaban de alguna enfermedad o simplemente era por el echo de ver feliz a su hijo solo unas horas para que luego fueran las historias que los hicieran feliz  nuevamente.
Corría, saltaba, me caía, los abrazaba, muchos me llevaban regalos al otro día, que yo feliz los atesoro hasta el día de hoy, creo que era la entretencion del lugar, mi sueldo no era bajo ya que gracias a mi el circo se llenaba, que historias no?, ¡¡si pudiera las contaría todas!!, solo que ahora eso ya se acabo.
Los niños ya están grandes y ahora pasan por mi lado sin ni siquiera acordarse quien realmente soy, mi rostro ya no esta pintado y mi traje se llena de polvo en el closet de los recuerdos que ellos mismos me daban, mis zapatillas se llenan de polvo y la pintura ya se les desvanece, extraño reírme, extraño las risas, extraño todo... Solo fueron momentos de felicidad en que no quería que se terminaran, ya que ahora me encuentro solo, no forme familia ni amigos, todo lo entregue a esos niños mal agradecidos, pero aun así en mi corazón los recuerdo con mucho cariño y sé que tarde o temprano se acordaran de mi.
No quiero dejar algún recuerdo malo, por eso siempre sonreí, por eso siempre estaba alegre y nunca me vieron mal, en las noches después de cada show la soledad me abrumaba y me acobijada un cuchillo filoso lleno de sangre mía, mis brasos muchas veces no aguantaban el peso de los niños ya que en ellos yo me desquitaba, ahora son solo marcas... marcas que me quedaran para siempre.
Cuelgo por última vez mi traje, o  mejor dicho, y creo que seria mejor me coloco por última vez mi traje, ya estoy viejo y mi cuerpo no aguantaría otra rutina así como lo hacia en varios años atraz, como no tengo a nadie a mi lado siento que de apoco desvanezco y mis recuerdos me están llevando al descanso eterno. Si existiera la reencarnación, me encantaría volver a ser un payaso, ya que lo mejor que pude haber vivido fueron las sonrisas de los pequeños, de las familias y de mis conocidos... Si bien no alcance a conocer el amor, creo que yo pude vivir varios años sin el, con la diferencia que ahora si me hubiera gustado conocerlo...
ADios, este es mi último show, mi espectáculo ya acabo, me voy con mi pintura y mi traje, mis clavas, mis pelotas y mis chalupas gigantes que eran mis acompañantes.

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